El Ahora
Donde vivía anteriormente dejábamos entrar por la ventana de nuestro comedor a unas ardillas muy simpáticas que normalmente jugaban en el jardín. Solían comer en el alféizar de la ventana o sobre la mesita que habíamos colocado para ellas, pero una ardilla en especial se comportaba totalmente diferente a las otras, las otras comían y se iban, pero esta ardilla que llamábamos Nena, prefería entrar en nuestro comedor y esconder sus almendras en algún lugar, que ella consideraba nadie iba a ver, pero que en realidad se veían muy bien, y poco a poco la desanimé (o eso creí) a hacerlo, demostrándole qué fácil era para nosotros encontrarlas. Al tiempo, pareció que ya no lo hacía, pero muchos meses después, el día de nuestra mudanza, el comedor quedó vacío, sólo quedaba la moqueta que íbamos a dejar, y se me ocurrió levantarla, para mirar por debajo, ahí fue donde me di cuenta de que la Nena no había dejado de esconder sus almendras, en algunos rincones tenía un buen almacén, las recogí todas y las lancé al jardín junto con un pequeño regalito. Fue nuestro último y cariñoso saludo a nuestras queridas amigas.
Esta experiencia nos rebeló una gran enseñanza. La Naturaleza no depende de nadie para alimentarse, todo les es dado, pero el ego cree que puede hacerlo mejor e interfiere, rompiendo su equilibrio. Al nosotros interferir con alimentos que, ni siquiera les era fácil encontrar, la Nena planificó una estrategia para no quedarse sin sus amadas almendras. Dejó de confiar en la Naturaleza, dejó de vivir en el ahora, en el abrazo del Amor de Dios, porque empezó a temer perder sus amadas almendras. No disfrutó el comerlas y saborearlas, como lo hicieron sus compañeras, sino que prefirió guardarlas para sí, para un momento en que realmente las necesitara. Pero ese momento nunca iba a llegar, no al menos cómo ella imaginó.
Eso es lo que hace el ego, pone frente a ti un sueño inalcanzable y te hace correr tras él durante toda la vida. Te alejas del momento presente, del Amor de Dios, del verdadero gozo y disfrute, para dedicarte a acumular, y planificar un futuro que jamás se va a realizar tal como tú lo has imaginado, cuando podrías haber sido feliz cada momento de tu vida.
Nunca se alcanza lo que uno imagina porque seguimos poniéndonos trabas y más trabas. A cada momento estamos pensando lo que vamos a hacer y cómo lo vamos a hacer, no dejamos que todo sea tal como ES, creemos saber qué es lo mejor para nosotros, aunque en realidad no tenemos ni idea de qué es lo mejor para nosotros porque estamos llenos de miedos.
Soltar nuestros miedos es entregarnos al ahora, al Amor de Dios, a confiar en que todo nos es dado en el momento y el lugar oportuno, nada nos falta en realidad. Tenemos lo que realmente necesitamos, sólo el ego dice que necesitamos más, pero el ego es la voz del engaño, escucharlo es vivir una vida de dolor y escasez cuando podemos vivir una vida feliz si elegimos escuchar y confiar en la Inteligencia de nuestro corazón que nos recuerda a cada momento que la Plenitud se encuentra en el disfrutar el ahora.
Alcanzas el ahora cada vez que eres consciente de Quién en verdad Eres y sueltas tus falsas creencias que sólo te hacen batallar con un mundo que en realidad se pone a tus pies para ofrecerte todo lo que desees.
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